Se muere
desfallece moribundo...
en este incomprensible mundo
opaco y ajeno.
Tan solo un siervo se siente
a los grupos que pertenece.
Entregados deseos,
ideologías y pensamientos.
Si mismo se vuelve propiedad
de la "opinión";
le teme a la critica
a esa que le expondría
desnudo frente a la crueldad
del sarcasmo
Sus ideas se queman
en el silencio,
habla con voz opaca y oprimida,
como si le hubiesen arrancado
los cojones.
Se piensa y distrae su atención
sin poder de mantener
lo que proyecta en actos,
sino disfuncionales
carismas que le ponen
en posición de culpable,
malherido, víctima o sanguinario.
Se escapa en la oscurana
para espiar el cielo
sintiendo que su ser le pertenece
a alguna de esas lucitas
que llaman estrellas,
esas que por las noches
hacen del espacio exterior
un árbol navideño;
ese cielo lejano,
que da paz y da compañía
a este tipo desolado
e inentendido
encerrado en el ahora.
Ronald Vladimir Vega
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